domingo, 30 de enero de 2011

2 - Destino truncado


Llegó a las 12 de la noche como estaba acordado pero no había nadie, esperó un rato de pie y luego aburrido se acurrucó y se recostó en el único árbol… a las 8 de la mañana lo despertaron unas patadas, supuso que era el diablo por el olor a azufre mezclado con aguardiente. Lucifer se tambaleó, tenía cara resacosa y de asco, inventó una excusa cualquiera para su noche de juerga y lo invitó a tomar su guitarra y sentarse a un lado de la carretera.

El diablo no tenía muchas ganas de seguir con el trato, pero un alma era un alma, así que quiso salir del embrollo lo más pronto posible, le enseñó una serie de trucos y efectos que debido a la pésima calidad técnica de su aprendiz y a las circunstancias, sonaban fatal. La sed, el desgano, el calor de la mañana y el polvo de la carretera no ayudaban a mejorar las cosas. Ya desesperado y viendo que no había mucho progreso, el diablo sacó el contrato de su bolsillo pero se sintió un poco mal, así que lo rompió en las narices de su aprendiz fracasado. La verdad es que estaba hastiado por la hora, la fiesta, y el trasnocho de los días anteriores, y la cara de idiota de ese pobre desgraciado le dio tanta lástima. No viendo otra solución se puso su sombrero negro y refunfuñando se esfumó a dormir en el submundo.

Él por un momento no supo qué hacer, intentó practicar sin mucho éxito lo poco aprendido, un rato después ya con el sol del medio día a las espaldas, se colgó la guitarra al hombro y siguió el camino del sur. Fracasó en su intento de ser el mejor guitarrista del mundo, de nada sirvió intentar seguir los pasos de Robert Johnson (http://bit.ly/fLGo1E).
Resignado siguió con su vida mediocre, trató de huir siempre, de no tener un lugar fijo en el mundo y se dedicó a la venta ambulante. Con sus gritos desafinados iba de pueblo en pueblo ofreciendo lo que se pusiera al frente, cepillos de dientes, enciclopedias, máquinas para todo tipo de problemas, líquidos para eliminar todas las manchas y su especialidad, los zapatos. Era el mejor vendedor puerta a puerta del mundo pero el dinero no le importaba, así que se dedicó a despilfarrarlo, bebía hasta terminar rodando por los suelos, mantenía dos familias a falta de una, compraba baratijas peores que las que vendía y entre más malo era el negocio más invertía.

Unos años después, desde la ventana del bus en el que iba vio el cruce de caminos, el diablo seguía ahí pateando piedras. Un talento desperdiciado pensó al ver su reflejo en la ventana. Esa noche murió envenenado por intentar acostarse con la esposa del dueño de un bar en el que estuvo bebiendo hasta la madrugada. Su cuerpo lo encontraron en una zanja, le robaron el reloj, la ropa y el poco dinero que llevaba. No lo lloraron ni sus 2 esposas, ni sus 5 hijas. Su guitarra, solo con tres cuerdas, sigue guardada en un closet de un hotel de mala muerte.


1 comentario: