domingo, 2 de junio de 2013

18-Porque los Dioses así lo designaron



Cuando vio el sol rojo ocultarse, sintió la sangre en su boca, sitió que el calor que antes le había dado vida al día, se marchitaba. Lo sintió por 8-Flor, sus pétalos secos, aunque cayeran las lágrimas. Sintió la muerte tan cerca que su corazón palpitó como el aletear desesperado de un colibrí.

Sabía que lo habían lanzado a perder, y que eso significaba la muerte. Sabía que era su último juego de pelota, por eso lo jugó como nunca, el esférico rebotó en sus pantorrillas, sus codos, sus antebrazos y sus caderas lleno de magia, jugó prácticamente él solo contra el equipo adversario, él solo contra el aliento de los dioses de la noche, contra un destino puesto patas arriba como una tortuga sobre su caparazón. Aunque el público estaba admirado y no paraban de aplaudirlo, aunque dio hasta su último aliento, perdieron. Clavó su rodilla en la tierra, el sudor escurriendo por todo su cuerpo… sabía lo que seguía, el sacrificio.

Sin embargo, el Señor de ese territorio, no estaba dispuesto a que un jugador de su talla se perdiera así, era la última ficha que necesitaba para su equipo y eso podía significar muchas victorias sin necesidad de guerra. Así que el sacrificado fue otro, uno cualquiera que tuvo la mala suerte de estar ese día en el lugar equivocado. Aunque de cierta manera era una deshonra no estar con los dioses como era su deber, sentía que los dioses le habían dado otra oportunidad, como si hubiese renacido, por eso dejo de ser 6-Pedernal, para pasar a ser 10-Jaguar y de ahí en adelante siempre jugó con una máscara que le cubría la cara. Se volvió el miembro del equipo que absorbió todo el poder, y le agradeció ese atributo con creces y triunfos a su nuevo Señor.



Así que cuando volvió a su tierra, cuando beso el prado verde de su cancha y vio los ojos de 8-Flor, comprendió porque los dioses le habían dado esa extraña ocasión de revivir sin haber pasado por la tierra de los muertos, porque el juego de pelota era sagrado y nadie podría dominarlo como él. Aunque llevaba su máscara, su antiguo Señor lo reconoció fácilmente y tembló cuando lo vio en el campo de juego. Recordó fácilmente sus movimientos, ágil como coyote, ligero como águila, insistente como serpiente. Entendió como si los dioses se lo hubieran dictaminado, que mandarlo a la muerte por el corazón de su hija, había sido un error muy estúpido.

Ganó en su tierra, se impuso por mucho, supo que 8-Flor lo había reconocido, sobre todo cuando marco el último punto, enterró la rodilla y alzo los brazos; su tierra, su casa, de nuevo lo recibían. Vio cómo moría su antiguo Señor, impasible, porque él era el que lo había encaminado a la casa de los muertos. Se quitó la máscara ya no era sorpresa, para ver el chorro de sangre, el dolor en los dientes, el último aliento vacío y frío, de la persona por la que había luchado antes y que lo había traicionado.



Su nuevo Señor cumplió la promesa y le entregó a 8-Flor, que lo recibió como si nunca se hubiese ido y ahora regresaba rejuvenecido. También recibió permiso para construir Dainzú, la ciudad del juego de pelota y él antes 6-Pedernal, ahora 10- Jaguar, hijo de 3-Venado, fundó el primer pueblo dedicado enteramente al juego de pelota y a la instrucción de los futuros héroes. Así agradeció a los dioses que le hubieran dado la oportunidad de volver a vivir sin ni siquiera haber muerto y llevó siempre el símbolo de 10-Juaguar tatuado en la espalda y el 8-Flor en el pecho, como símbolos de la nueva vida.