sábado, 26 de marzo de 2011

4-Ese enorme ojo

Tumbado en el sofá escuchando música, mirando al techo, empezó a observar cómo las sombras de los rayos del sol y sus reflejos en las persianas empezaban a crear formas. Lo primero que se formó fue una cuadrícula, se cruzaban las líneas verticales y paralelas hasta crear una espesa red que se fue limpiando y estirando hasta convertirse en un rombo. La figura geométrica empezó a expandirse, en su centro apareció un círculo que comenzó a girar a toda velocidad, hasta formar un espiral. Se sobresalto, era algo así como un ojo enorme y su pupila giraba con una intensidad demencial. Era un ojo gigante que lo miraba o más bien lo invitaba a ver. Una vagina descomunal que quería absorberlo hacia el infinito, confiado se dejó ir. Primero sintió un vacío y luego una extraña certeza, cerró los párpados y tuvo la sensación de que empezaba a flotar y a dar vueltas.

Se asomó a la ventana, eran los techos grises de Bogotá, con ese sabor rancio de tiempo estancado, iluminado con una luz amarilla débil, Led Zeppelin sonaba al fondo con toda su agresividad amarga /DISOLUCIÓN/ Ahora estaba en Madrid, empezaba a amanecer, acaba de llegar del trabajo, mientras tomaba su café y escuchaba kissfm, sentía la brisa fresca que entraba de la glorieta de Santa María de la Cabeza, ella debía estar lejos, quizá no volvería/DISOLUCIÓN/ vio a Barcelona estirándose ancha, hasta alcanzar el mar, el Tibidabo, la cuadrícula perfecta del Eixample, Paralel, la Gran Vía, el guitarrista tocaba Bosanova, ella sonriendo hablaba de pies descalzos y del mar, la tarde se ennegrecía lentamente en Montjuic /DISOLUCIÓN/ el sabor dulzón de la noche bumanguesa, las luces navideñas flotando en los distintos edificios, el estallar constate de luces y el olor a pólvora quemada, como si fuera la revolución aplazada del color, como si quisieran matar el año con algo de alegría.

Abrió los ojos, la enorme pupila seguía ahí. La vagina gigante volvió a absorberlo. Pequeños fragmentos de gente dispersa, de tierras extrañas y olores intensos, sentimientos ácidos, aparecían y desaparecían de forma incesante mezclados sin orden. Se levantó rápido y miró alrededor, no había fumado nada, ni tragado ningún tipo de alucinógeno, salió corriendo a la cocina, el gas estaba cerrado. Se sirvió agua en un vaso y tomó casi atragantándose. Regresó caminando lentamente y se volvió a tirar en el sofá. Se estaba haciendo de noche, el ojo empezaba a desvanecerse.

¿Era un agujero en el tiempo, como el Aleph de Borges, pero sin todo su rollo metafísico? Las luces empezaron a aparecer, pequeños puntos de colores en la mancha interminable de Ciudad de México. Se volteó y quedó mirando el espaldar del sofá, sentía cansancio, se durmió. Cuando despertó era completamente de noche y hacía frío, miró por la ventana y no supo si estaba en Bogotá, Madrid, Barcelona o el D.F o en qué lugar del ancho mundo.